miércoles, 19 de junio de 2019

             En el transcurso del año 2018 comencé el proceso de un nuevo poemario, Rajuma: una historia Rohingya, publicado por la Editorial EDP (Puerto Rico) esto a raíz de un reportaje en el New York Times de Jeffrey Gettleman. ( https://www.nytimes.com/es/2017/10/13/arrojaron-mi-bebe-al-fuego-las-atrocidades-contra-los-musulmanes-rohinya/ ). Así fue que supe de la etnia Rohingya. Un pueblo sin país, sin patria. Los Rohingya son una “minoría” musulmana que ha vivido durante siglos en Myanmar, Antigua Birmania. Se estima que cerca de un millón de Rohingyas viven en el país asiático. El gobierno de Myanmar no considera a los Rohingyas como un grupo étnico dentro del país por lo cual se les ha negado la ciudadanía desde 1982, sufriendo así uno de los genocidios mas escondidos del siglo 21. Los Rohingyas viven en su gran mayoría en el estado occidental de Rajine (Arakan), uno de los estados mas pobres. No se les permite tener tierras, acceso a la educación, servicios medicos, casarse ni salir del estado, viven en una especie de “guetto”. El estado birmano ha masacrado este pueblo por años, siendo el 2017 uno de los años más cruentos. Se les considera inmigrantes ilegales desde 1948 cuando Birmania se hizo independiente del imperio británico, desde entonces los Rohingyas han sido perseguidos, violadas sus mujeres, quemada sus aldeas y masacrado su gente, dando paso a una migración hacia Bangladesh donde se cree que viven 700 mil Rohingyas en distintos campos de refugiados siendo Kutupalong uno de los mas grandes.
            Es así como conocí sobre los Rohingyas. La historia de este pueblo es mucho mas larga, dolorosa e increíble de lo que puedo resumir en estas breves líneas, porque no hay palabras que logren describir el crimen de lesa humanidad que viven. De esta forma fui envolviéndome más con el tema Rohingya, fui buscando documentales, reportajes y Rohingyas a traves de Facebook. Así conocí a Mohammed Shafi, un joven de 31 años Casado y con 2 hijos que vive en Bangladesh. Mohammed es un Rohingya que trabaja como intérprete o traductor y que además es poeta.
A continuación les comparto una entrevista que le realicé. 

Historias Rohingya
Entrevista a Mohammed Shafi
Un poeta Rohingya



José Ernesto-¿Qué edad tienes?
Mohammed Shafi-Tengo 31 años.  

JE: Cuéntame un poco sobre ti, ¿hace cuánto tiempo llegaste a Bangladesh?
MS-Soy Mohammed Shafi, de Arakan Birmania que ahora es Myanmar. Soy casado y padre de dos hijos. Llegué a Bangladesh hace 27 años y me hospedé en el campamento de refugiados Rohingya de Kutupalang.

JE-¿Cómo es la vida de un Rohingya en Myanmar?
MS-La vida de Rohingya en Myanmar es como el infierno; no hay acceso a la educación, no hay libre movimiento, los arrestos son arbitrarios y hay encarcelamiento con casos fabricados, no se puede realizar una oración abiertamente, hay restricciones en el trabajo y los negocios.  

JE: ¿Recuerdas algo sobre cómo fue ese proceso en Myanmar? Eras un niño, pero ¿tienes algún recuerdo de ese viaje?  
MS-Mi padre era un hombre de negocios que solía traer mercancía como frutas y verduras de personas tribales que viven en los bosques para venderlas en el mercado de nuestra aldea. Una vez, venía solo, sin nada. En el camino de regreso a casa encontró un árbol caído que quiso cortar para hacer leña. Cuando estaba cortando la madera con un hacha, por accidente el hacha cayó sobre un dedo de su pie derecho y lo cortó. Él consiguió curarse y vendar el corte y regresó a casa. A medianoche los militares llegaron a casa y llamaban desde afuera para que les abrieran la puerta. Mi padre respondió que no podía  moverse debido a la lesión en su pie. Los militares dijeron que si él no abría la puerta le dispararían desde afuera. Para salvar la vida de todos, mi padre se levantó, caminó hacia la puerta y la abrió. Mi padre le comenzó a sangrar la herida, se las mostró al ejército, pero aun así lo ataron con una cuerda a su espalda y lo sacaron.

JE-¿Y cómo fue que pudieron salir de Myanmar después de ese evento?
MS-Hubo 250 musulmanes Rohingyas que los militares arrestaron, incluidos tres estudiantes y mi padre, quien resultó herido y todavía sangraba. El presidente de nuestra aldea pidió fervientemente al ejército que pusiera en libertad a los estudiantes y a mi padre, pero no lo hicieron y se los llevaron a todos. Hicieron que mi padre y otros caminaran por tres millas a través de las montañas y los llevaron al bosque a un campamento militar. Hicieron que trabajaran de manera horrible. Un militar le dio un cuchillo a mi padre y le ordenó que cortara bambúes. Cuando dijo que estaba demasiado débil para moverse, el soldado comenzó a regañarlo. Vino otro oficial y supo el asunto, luego dejó que mi padre se fuera. También le dio un palo a mi padre para que lo usara como soporte ya que cojeaba por culpa de la herida en su pie. Caminó una milla y encontró ayuda de algunas personas que caminaban por allí cargando leña del bosque y llevaron a mi padre a casa. Inmediatamente recibió tratamiento y se decidió por abandonar el país. Antes que ocurriera el incidente, las propiedades de la tierra de mi padre fueron confiscadas. Recuerdo que caminamos tres días y sus noches por el bosque y llegamos a la costa para cruzar hacia Bangladesh en canoa. Pasamos la noche cerca del río y a la mañana siguiente estábamos en una canoa. Había cuatro canoas más con nosotros. Cuando llegamos a la mitad del río, los guardias fronterizos de Myanmar nos atacaron y vinieron en un barco grande, saquearon todo lo de valor que teníamos y se lo llevaron a sus barqueros. Uno de los guardias fronterizos golpeó con fuerza el rostro de mi padre porque no le daba el dinero que tenía. Luego liberamos las canoas y nos quedamos flotando. Por suerte llegamos a la costa de Bangladesh después de estar mucho tiempo a la deriva y recibimos ayuda de los habitantes.

JE: ¿Cómo has sobrevivido en los campos de refugiados en Bangladesh y cómo lo adaptaste a la poesía?
MS-Yo había sido maestro de niños refugiados durante siete años. Comencé a componer poemas en 2009 cuando era profesor de inglés, pero no escribí durante muchos años porque tuve que trabajar mucho para soportar el costo del tratamiento de mi madre. He vuelto a la poesía desde 2018.  

JE-Hablemos de poesía, ¿cuándo se conocieron la poesía y tú?
MS-Yo he pasado la vida en los campos de refugiados durante más de una década. Comencé a trabajar como guía de turistas en el 2010 e intérprete de periodistas extranjeros, ONG y trabajadores humanitarios. Mientras trabajaba, vi y me reuní con muchas personas traumatizadas que también son Rohingyas y que tuvieron que abandonar la patria para escapar de la persecución. Cuando hablé con muchos sobrevivientes de violaciones y ataques y cuando entrevisté a muchas personas traumatizadas, sentí que podía escribir poemas de mis experiencias.    

JE-¿Cómo influye tu entorno en tus poemas?
MS-Mi entorno influye en todos mis poemas. Creo que la poesía ha servido para descargar mi realidad.  

JE: ¿Hasta dónde quieres ir con tu poesía?
MS-Me gustaría seguir escribiendo para poder escribir un libro de poesía y dejar que el mundo lea mi historia, mis desafíos y experiencias de forma poética.

JE-¿Crees que la poesía ha sido una forma de desahogar tu realidad?
MS-Creo que la poesía ha sido una forma de ventilar mi realidad y la de muchos otros ciudadanos Rohingyas que vivimos en los campos de refugiados en Bangladesh y la de los que aún viven en Myanmar. 

JE-¿Por qué elegiste la poesía?
MS-Elegí la poesía porque pienso que a través de ella le dejo saber al mundo los sufrimientos que sobrevivimos y la fortaleza de nuestra gente.

JE-Y finalmente, ¿cuál es tu mayor deseo?
MS-Me gustaría estar en un lugar al que pueda llamar hogar y ser libre allí como otros ciudadanos que viven en países democráticos con seguridad y dignidad. Me gustaría probar la libertad de ser el ciudadano de cualquier país del mundo, algo que no he podido hacer en toda mi vida.



Poemas por Mohammed Shafi
(Colaboración en la traducción de Kristina Plaza)


Intérprete

Te recibo con sincera bienvenida.
Te acomodo con esmero
Soy el guía de lo nuevo a lo desconocido.
Confío plenamente para ser confiable.  

Canto para ser alegre cuando estoy cansado.
Paso de las oficinas a barrios marginales
conversando con diferentes personas
oyentes de la felicidad y el horror  

Repito para ser entendido con precisión
Soy un colector de la exactitud para no ser un  error.
Activo el tiempo programado.
Transporto barras pesadas y equipaje.  

No importa el calor, frío y la lluvia.
A menudo me enfrento a dificultades
de las que salgo amable y resistente
sonriendo y cuidando el amor.  

Sin vacilaciones ni odio
diligente y encantador
salgo con satisfacción
eres siempre Bienvenido para la próxima.














Mi vida de refugiado  

Veintiocho años
En los campamentos de aquí a allá.
Vino niño y se convirtió en padre
Sin expectativas pero frágil.  

Los bienvenidos perdieron más
Son mis hermanos nombrados de manera diferente
Bajo el abuso y la ofensa
esa es la vida del refugiado.

La comida es limitada mas no es la mejor.
La educación en el nivel primario
es formal pero no forma
hay que ser profesional desde nivel cero.

Los techos de la azotea del refugio
construidos con bambúes
Son testigos del rayo y el calor
Gotas, monzones, lluvia  

Aunque la esperanza ha de volver
todavía quedan en mi muchas persecuciones
no escapan
Muchos siguen perseguidos
durante tantos años hasta hoy.
Vivo agotado con diferentes dificultades.

Sentir, volver a estar en paz
con esta tirana tortura continuada
y junto al miedo mis lágrimas mudas.










NUNCA MÁS 

Nos han quitado la ciudadanía

Pero…

Nunca más expulsión de la minoría de nuestra patria.
Nunca más la persecución incondicional.
Nunca más incendios de casas y mezquitas.
Nunca más bebés arrojados a las llamas y a la muerte.
Nunca más tierras confiscadas.
Nunca más destrucción de nuestras propiedades.
Nunca más trabajos forzados
Nunca más encarcelamiento de inocentes.
Nunca más violación y acoso a las mujeres.
Nunca más tortura a nuestros cuerpos y nuestras mentes.
Nunca más restricción de la libertad.
Nunca más bloqueo de alumnos camino al colegio
Nunca más golpes a los indígenas.
Nunca más la vida del refugiado bajo miseria.

Nunca más

por favor

nunca más












MÍRAME  

No odio a ninguno
no importa cuánto
daño me han hecho
me gusta vivir con amor.  

Vivo humildemente
no importa cómo
ni cuán rico me convierta.
Perdí mucho y a muchos. 

Pienso positivamente
no importa cómo
ni cuán dura la vida sea.
Espero la felicidad.  

Doy mucho
incluso si me han dado poco
dar tiene innumerable felicidad.
Lo he prendido y conocido.

Trato de mantenerme en contacto
con los que se han olvidado de mí
y perdono a quien me haya hecho mal.  

No paro de orar
por lo mejor para los que amo
y para todas las creaciones del Todopoderoso.




Mohammed Shafi junto a refugiados Rohingyas en Bangladesh.
(Fotos por suministrada por Mohammed Shafi)

Kutupalang campo de refugiados Rohingya
(Foto suministrada)

Mohammed Shafi, techos de hogares de refugiados.
(Foto suministrada)

Kutapalang
(Foto suministrada)

Kutapalang, campo de refugiados Rohingyas
(Foto suministrada)

Mohammed Shafi junto a sus hijos.
(Foto suministrada)

Mohammed Shafi